Nunca entendí que el cuadro del Caballero de la mano en el pecho perdiera de repente su fondo oscuro, y con él una parte importante de su personalidad, así que cuando tuve ocasión comencé a investigar cuáles fueron las circunstancias que propiciaron un cambio tan radical en su apariencia. La primera sorpresa fue que el escándalo que siguió a la restauración había sido mayor de lo que yo recordaba, y que la simple lectura de las actas del Congreso de los Diputados -donde se debatió extensamente el tema gracias a la iniciativa del diputado Manuel Alcaraz- dejaba las cosas bastante claras.
Después, indagando en los archivos del Museo del Prado y en hemerotecas salieron a la luz más datos que confirmaban que casi todo lo que se hizo en la restauración de 1996 estaba basado en suposiciones erróneas, y que además fue hecho con prisas y contraviniendo protocolos internacionales en materia de restauración.
En 1999 los responsables del Museo cerraron filas para acallar una polémica que se encontraba en su punto álgido. Quizá ahora, pasados los años, sea momento para analizar nuevamente los hechos y que se produzca una rectificación.
Biofilmografía del director